miércoles, 27 de junio de 2012

El Vacío de Musashi


     Se suele considerar que el Vacío (1) es aquello que no tiene forma, aquello que no se puede conocer. El Vacío es, por supuesto, "lo que no hay". Conocer primero lo que hay para poder conocer lo que no hay. Esto es el Vacío.
     En este mundo hay quienes ven el Vacío de forma errónea como la no distinción de las cosas entre sí. Pero eso no es el verdadero Vacío. Aquel que piense así tiene un espíritu confundido.
     Asimismo, cuando en el arte del combate uno practica el camino del bushi, el Vacío tampoco consiste en desconocer los principios del guerrero. Se dice que el Vacío consiste en el espíritu confundido que no consigue aclararse entre todas las dudas del camino. Pero eso no es el verdadero Vacío.

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     Cuando uno desconoce el camino verdadero, ya sea el de Buda o el del mundo, aunque piense que el camino que toma es el correcto, cuando se mira desde el camino recto del espíritu ajustando la visión de los grandes parámetros del mundo, se puede comprobar que en realidad es un camino influido por los prejuicios de cada uno, por las distorsiones de cada uno. Se puede comprobar que es un camino que se opone al camino verdadero.
     Una vez comprendido esto uno ha de tener como base la rectitud, tener como camino el espíritu de la verdad, entrenar el arte del combate desde una perspectiva amplia y comprender con firmeza y claridad los grandes rasgos, teniendo y considerando el vacío como camino.
          
Miyamoto Musashi
          
     No hay secretos. No hay entendimiento. 
     El Vacío lo es todo y nada. Es el baile de los elementos.
     — El Tao de Shinsei.


Nota aclaratoria:

     Esta concepción de "vacío" es propia de Miyamoto Musashi y guarda una estrecha relación con el verbo japonés 'satoru', o 'despertar a la comprensión y al conocimiento una vez despejadas las dudas y la confusión'. El "vacío" de Musashi supone un estado puro que se alcanza tras un largo y constante entrenamiento y en el que las destrezas o las técnicas, los principios y la esencia misma del arte del combate surgen de repente, desde el interior del individuo, como una luminosa claridad, un estado en el que se llega a la comprensión absoluta del todo sin llegar a aferrarse a nada. Este concepto de "vacío" difiere del "vacío" budista que sostiene que nada tiene cuerpo material que perdure, todo muta, surge y desaparece.

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